unaodaalosentidos


veo parejas que se observan en la medianoche, edades maduras que se abrazan sin moverse, conquistas recientes que se susurran mensajes anónimos al oído. Veo adolescentes que encuentran su primera vez de lucha, hijos e hijas acompañados de sus padres y madres con la boca abierta porque están dentro del mejor de los cuentos. Toco estrellas en el cielo despejado para encontrar lo que soy, contacto con cuerpos que se mueven hacia delante y detrás saltando, moviéndose, riéndose, llorando, tranformándose. Oigo canciones, melodías, sonidos, instrumentos, voces, almas, gemidos, corazones que lo dan todo en el escenario, oigo cada segundo el trayecto que he pisado en tierra propia, oigo lo que soy. Olfateo en el aire el aroma de la energía que viaja dentro de la colectividad, la energía que nadie nos quitará ya. Y ahí, en medio del crepúsculo de una bcn cualquiera con Springsteen, acabo la oda a los sentidos con el tacto del beso de lo que más quiero.

ardeelpresente


recupero conciencia social porque lo que nos toca seguir a diario es la distancia de un mundo que no entiendo. Hubo tiempos, lagunas que necesitaron corajes anónimos para lograr lo que debemos defender, el respeto por las culturas y las tradiciones. Encuentro esa agus en el desierto en palabras y diálogos que no escuchamos de Frances McDormand y Gene Hackman, en sus gestos y caricias que encuentran la luz para denunciar la injusticia. A través de sus ventanas que ocultan el sonido o a través de la distancia focal del plano alejado de un pasillo de un hogar, recupero el concepto de Arde Mississipi porque es un todo en mayúsculas, un canto a nuestra lucha microindividual encerrada en esta masa amorfa macrosocial que nos engulle. Quizás nos puedan decir que todo está en llamas pero les contesto que mientras exista nuestra capacidad para generar cultura, los que están perdidos son ellos.

 

ladeuda


el pasado puede volver a nosotros en cualquier momento, aquello que dijimos, fuimos o donde estuvimos nunca nos es alejado. Arrastramos nuestras propias decisiones con sus errores y aciertos, pero lo que importa es que son nuestras al fin y al cabo. Existen momentos para cambiar el rumbo, situaciones al límite y circunstancias que nos atropellan. Provocadas por otros o gestionadas por nuestros nombres. A veces son solo gestos, miradas, palabras, andares, complicidades pero pueden darnos un giro de trescientos sesenta grados. El cine es lugar de encuentro para pensar sobre ellos. Mikasweb recomienda La Deuda porque a través de los rostros de Helen Mirren y Jessica Chastain vuelve a pensar en el trayecto, en lo que se dejó tras él y en lo que arrastró la corriente. La excusa aquí es una historia en contra del horror pero nos da igual, y nos da igual porque hemos encontrado alguien nuevo a quien seguir: la fragilidad de Jessica Chastain, una blanca piel a la que se adhiere la búsqueda de la intensidad del color.